MÉXICO
¿Elección o imposición?

Por Lance Selfa | agosto y septiembre de 2012 | página 4

DECENAS DE miles de manifestantes marcharon en el Distrito Federal y en dieciséis estados de México el 7 de julio para protestar la así llamada "imposición" en Los Pinos, el palacio presidencial mexicano, de Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Los manifestantes--una gran parte partidarios del candidato populista Andrés Manuel López Obrador (AMLO), pero no todos--acusan a la élite política mexicana de haber cometido fraude en las elecciones presidenciales del 1° de julio para producir el resultado que buscaba: la victoria de Peña Nieto y el regreso del PRI al poder.

Para lograr el resultado deseado, la clase dominante mexicana encontró ávidos cómplices entre sus homólogos en Europa, Japón, China, Rusia y Estados Unidos. Incluso antes de que el escrutinio terminara, Peña Nieto ya recibía mensajes oficiales de felicitación de todo el mundo capitalista.

Para millones de mexicanos que votaron contra los principales candidatos neoliberales--Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota, candidato del Partido Acción Nacional (PAN), del saliente presidente Felipe Calderón--el apoyo de la élite mundial a Peña Nieto fue un insulto, y una evidencia más de la campaña para imponer al candidato del PRI.

Las primeras encuestas de salida y los primeros conteos mostraban que Peña Nieto había ganado un 38 por ciento de los votos, frente al 31 por ciento para AMLO, el líder de la coalición electoral del Movimiento Progresista. Vázquez Mota del PAN llegó en un distante tercer lugar con un 25 por ciento.

Pocas horas después del cierre de las urnas, sin embargo, cientos de denuncias de irregularidades y cohecho por arte del PRI surgieron. El 2 de julio, López Obrador pidió un recuento total de los votos.

El Instituto Federal Electoral (IFE) rechazó el recuento total. Después de aceptar la revisión de alrededor de un tercio de los votos, el margen entre Peña Nieto y AMLO disminuyó un poco, poniendo a López Obrador más cerca del 32 por ciento. Pero al final, no cambió el resultado.

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LA MARCHA del 7 de julio hacia el Zócalo, la principal plaza nacional, duró cuatro horas, aprovechando la energía de miles de miembros del movimiento estudiantil YoSoy#132.

YoSoy#132 irrumpió en la escena nacional en mayo, cuando los estudiantes de la Universidad Iberoamericana protestaron un discurso de Peña Nieto, haciéndole a abandonar el escenario, luego de que los estudiantes increparon al candidato del PRI por su rol en la brutal represión en San Salvador Atenco, en mayo del 2006, de la cual, descaradamente, asumió la responsabilidad.

La protesta estudiantil se multiplicó tal como lo hizo el año pasado el Movimiento Ocupa en EE.UU. o el "movimiento de las plazas" en Grecia. Las manifestaciones estudiantiles se centraron en la democratización del país, sus instituciones y los medios de comunicación.

Estallando tan sólo unas semanas antes de las elecciones nacionales, el movimiento estudiantil interrumpió los planes de la clase dominante de asegurar una transición fácil del derechista PAN, que presidió durante 12 años de "reformas" neoliberales, al otro amiguito de los empresarios, el PRI. En el 2012, la clase dominante sabía que no podría vender otro mandato del PAN. Calderón presidió sobre el peor crecimiento del ingreso per cápita en América Latina y convirtió regiones enteras del país en zonas de guerra contra las drogas, donde decenas de miles han sido asesinados.

En el 2006, una masiva campaña publicitaria, prediciendo el caos social si hubiera AMLO ganado, ayudó a Calderón a remontar hacia una cerrada victoria--también con generalizadas acusaciones de fraude que se habría robado la presidencia a López Obrador. Este año, los anuncios de Peña Nieto en las dos principales cadenas televisivas superaron a los de AMLO por un factor de cuatro a uno. Ésta es la razón por qué YoSoy#132 se inició como un movimiento de protesta en contra de la manipulación mediática en favor del PRI.

Sin embargo, AMLO no es el radical que los conservadores medios de comunicación representan. Él es militante del Partido de la Revolución Democrática (PRD), fundado en 1989 como una fusión entre políticos ex miembros del PRI--como AMLO--que apoyaban un modelo económico nacionalista donde el estado dirige el desarrollo económico, y sectores de la izquierda mexicana.

Durante su campaña electoral de este año, AMLO se aseguró de que prominentes figuras empresariales y del establecimiento políticos fueran incluidos entre sus asesores, utilizó la retórica de la "disciplina fiscal" cuando hablaba sobre el presupuesto, y predicó "la civilidad" en los debates con sus opositores y en los mensajes a sus seguidores.

El AMLO "moderado" no ganó el apoyo de la mayoría de la élite política y corporativa. Ésta se le opuso porque, a pesar de sus múltiples compromisos con la derecha, AMLO se negó a abandonar por completo su populismo. Por ejemplo, él apoya la nacionalización permanente de la industria petrolera. Por muchos años, las grandes empresas han anhelado por la privatización de PEMEX, el monopolio petrolero nacional. Peña Nieto les podría conceder su deseo.

Durante meses, AMLO languidecía en el tercer lugar en las encuestas, aparentemente ganando el apoyo de cerca de un quinto hasta un cuarto del electorado. Mientras tanto, Peña Nieto parecía que podía ganar una mayoría absoluta de los votos. Sin embargo, en el período entre la irrupción del YoSoy#132 y la elección, el apoyo a López Obrador dio un salto, y el apoyo de Peña Nieto se redujo a alrededor de una docena de puntos porcentuales.

Eso se debió más a la capacidad del movimiento YoSoy#132 de movilizar la ira de los mexicanos en contra de la clase dominante que algo hecho por López Obrador.

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LOS MOVIMIENTOS sociales mexicanos sin duda tienen un montón de razones para resistirse a Peña Nieto, el actual gobernador priísta del estado de México. Peña Nieto representa el partido que gobernó el país como el partido único de estado de 1929 al 2000. Tras su imagen atractiva existe un político tutelado por figuras asociadas a los peces gordos del PRI, como el ex presidente Carlos Salinas y la líder sindical charra Elba Esther Gordillo.

En el 2006, como gobernador de México, Peña Nieto mandó la policía del estado a ata¬car una movilización masiva en apoyo de los vendedores de flores locales en la ciudad de San Salvador Atenco. La policía mató a dos manifestantes, cometieron asalto sexual a docenas de mujeres, y detuvieron a cientos arbitrariamente. La Comisión Nacional de Derechos Humanos calificó el ataque de una grave violación de los derechos humanos, pero Peña Nieto no tuvo que rendir cuentas por ello.

La campaña de Peña Nieto --que contó con la ayuda de las dos principales cadenas televisivas, Televisa y TV Azteca, millones en contribuciones de las grandes empresas, y el apoyo desde el extranjero-- quiso mostrar una imagen "moderna". El viejo PRI --corrupto y autoritario-- era supuestamente una reliquia del pasado, y el PRI "modernizado" llevaría la nación a ser una sociedad económicamente des¬arrollada y de clase media. Al menos esa fue la propaganda que incluso los liberales del Partido Democrático estadounidense promovió.

Sin embargo, este mítico México y el México real difieren como el día y la noche. A pesar de toda la algazara sobre el progreso económico de México, el 70 por ciento de la población vive en la pobreza, y 30 por ciento de la población vive en extrema pobreza.

Además, el "nuevo" PRI es muy similar al "viejo" PRI. Las irregularidades electorales en las localidades dominadas por el PRI --por ejemplo, más de 100 por ciento de los votantes registrados votando por el candidato del PRI-- recordó mucho a los viejos tiempos. Otro recordatorio: la revelación de que la cadena de supermercados Soriana distribuyó miles de tarjetas de regalo a cambio de votos para el PRI. El partido pudo haber gastado más de $500 millones por estas tarjetas de regalo.

Los gritos de "¡Fraude! ¡Fraude!" fueron los más constantes durante la marcha del 7 de junio. Los estudiantes llevaban pancartas burlándose el IFE como el "Instituto del Fraude Electoral", de acuerdo a los reportajes en La Jornada. Esto demuestra que, para una parte significativa de la población, Peña Nieto será un presidente ilegítimo, y toda la clase política, junto con los medios de comunicación, las encuestadores y las grandes empresas, serán vistos como cómplices en la "imposición".

Al cierre de este número, AMLO no ha llamado a la resistencia civil masiva a la "imposición." Teniendo en cuenta su moderación y su compromiso con la "legalidad" durante la campaña, es poco probable que lo haga. Sin embargo, la toma de posesión de Peña Nieto está planeada para diciembre, y el reanimado movimiento social aún puede poner más obstáculos en su camino.

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