¿Qué en un partido de vanguardia?

Por Paul D'Amato | agosto y septiembre de 2012 | página 3

LOS SOCIALISTAS que se consideran a sí mismos leninistas son a menudo criticados por querer crear un "partido de vanguardia".

En medida de que los críticos del leninismo denuncian lo que es, de hecho, una caricatura de Lenin--que un partido de vanguardia es jerárquico y autocrático--no hay mucho que decir. Existen, sin duda, auto-declaradas organizaciones de "vanguardia" con unos pocos cientos de miembros, o menos, que lideran nada y que sólo repetir en desgastados clichés.

Sin embargo, Lenin fue un líder de un partido de masas que llevó a una exitosa revolución en Rusia. Lenin y los bolcheviques fueron una vanguardia en el verdadero sentido de la palabra--no huraños cazurros.

La insistencia de Lenin en la necesidad de un partido revolucionario se basa en la idea de que la clase obrera no puede ser liberada por cualquiera que esté por encima o fuera de sus filas. Es por eso que Lenin se opuso al terrorismo individual, por ejemplo, porque crea una mayoría pasiva esperando por la acción de una pequeña minoría. También rechazó el socialismo parlamentario, por ver el socialismo como algo logrado por políticos, en nombre de la clase obrera.

En resumen, para Lenin--y para Karl Marx antes que él--la emancipación de la clase obrera debe ser alcanzada por la propia clase obrera. Pero hay obstáculos para la auto-emancipación del proletariado. De otra manera, el capitalismo hubiera sido eliminado hace mucho tiempo.

Los patrones pueden contar con el estado para desatar la fuerza para mantener la disciplina social cuando sea necesario. Pero la mayor parte del tiempo, la fuerza no es necesaria porque la gran mayoría más o menos acepta la sociedad tal como es. Esta inercia está tejida a la estructura de la sociedad, ya que la gente no puede imaginar que las cosas puedan ser diferentes.

Además, el carácter competitivo del sistema capitalista enfrenta a los trabajadores los unos a los otros. Y hay lo que Marx llamó "las ideas dominantes de la sociedad", impulsadas por los medios corporativos y las escuelas para tratar de convencernos de que vivimos en el mejor de los mundos posibles.

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ADO ESTO, el proletariado tiene diferentes grados de conciencia acer¬ca de la posibilidad de un cambio en un momento dado. Algunos obreros aceptan el sistema de ganancias como el mejor sistema, mientras que otros lo rechazan de plano. Algunos rechazan el racismo en nombre de la solidaridad entre todos los trabajadores, mientras que otros culpan a los inmigrantes de sus problemas. Esta es la razón por la que los trabajadores no cambian sus ideas de la noche a la mañana.

El capitalismo obliga a los trabajadores a luchar--lo mismo si son maestros en Chicago o acereros en Brasil. En el proceso de lucha, las ideas de la solidaridad, la igualdad y la oposición a la opresión pasan al primer plano.

Pero no toda la clase obrera se percata de su posición y poder en la sociedad al mismo tiempo. Algunos avanzan más rápido que otros y están dispuestos a tomar la iniciativa. Por lo tanto, en cualquier lucha, siempre habrá algún tipo de liderazgo. La pregunta es qué tipo de liderazgo.

Sin una clara alternativa a la creencia de la mayoría de los trabajadores de que tienen que depender de otros para cambiar las cosas por ellos, los movimientos potencialmente revolucionarios pueden ser desviados por líderes que desean mantener la lucha dentro de los límites de la sociedad existente.

En el corazón de la concepción leninista del partido de "vanguardia" es la simple idea de que los militantes obreros y otros activistas, que ya han llegado a la conclusión de que todo el sistema debe ser desmantelado, deben unirse en una sola organización con el fin de centralizar y coordinar sus esfuerzos en contra del sistema.

En su famoso folleto de 1969 ¡Escucha, Marxista!, el anarquista Murray Bookchin ataca al leninismo, o una caricatura de él, pero luego llega a la conclusión: "[Nosotros] no negamos la necesidad de coordinación entre los grupos, de disciplina, de planificación minuciosa y de unidad de acción. Pero, creemos que [los previos] deben ser logrados de manera voluntaria, por medio de la auto-disciplina nutrida por la convicción y el entendimiento, no por la coerción y la obediencia ciega a órdenes desde arriba".

Los revolucionarios, Bookchin sostiene, deben estar organizado para "presentar las más avanzadas demandas " y "formular las tareas inmediatas a ser realizadas para avanzar el proceso revolucionario", ofreciendo "los más audaces elementos de acción y en los órganos de toma de decisiones de la revolución".

Irónicamente, esto parece similar a una descripción del Partido Bolchevique de Lenin en 1917.

Publicado por primera vez en la edición de 8 de junio 2001 de Socialist Worker. Traducido por Orlando Sepúlveda.

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