¿De dónde viene la opresión de la mujer?

Por Alan Maass | junio-julio de 2011

CON MÁS nexos de lo que normalmente se reconoce, las diferentes formas de opresión parecen estar apartadas unas de otras. Por ejemplo, aunque algunos elementos son claramente únicos al racismo y otros al sexismo, hay claros parecidos entre la diferencia salarial que desfavorece a la mujer en relación al hombre y la de los afro--americanos en relación con los blancos.

Hoy por hoy, la mujer es la principal responsable de la cría de los niños y del trabajo doméstico, además de llevar la doble carga del trabajo asalariado junto con su trabajo no remunerado en el hogar. A la mujer y el hombre se les enseña desde temprana edad que eso es natural --que las mujeres prefieren la familia y son instintivamente maternales, respetuosas, y todas las demás virtudes que conforman el cliché: "el lugar de la mujer es el hogar".

Al mismo tiempo a la mujer se le enseña algo completamente diferente --que su valor depende de su "belleza", su apariencia física, atractivo sexual --para los hombres, no otras mujeres, por supuesto.

Estos contradictorios estándares para la mujer inciden de una manera particularmente tóxica en el tema de sus derechos reproductivos, donde hoy el ataque a sus derechos es más severo.

Las encuestas demuestran que la mayoría de las mujeres deciden abortar porque no pueden económicamente criar un niño o porque no están preparadas aún. Pero para los oponentes al derecho a la opción de abortar, la mujer que termina su embarazo sólo está pensando egoístamente en su bienestar y no en el "niño por nacer" --y probablemente, son promiscuas hasta las botas.

La intención del movimiento en contra del aborto es acosar e intimidar a las mujeres para que permanezcan en su lugar "natural". Pero el derecho a la opción de abortar es importantísimo para la mujer, porque al no tener la libertad de decidir sobre sus vidas reproductivas, la mujer pierde el derecho a controlar su vida y su cuerpo.

Toda una bruma ideológica cubre el rol de la mujer en la sociedad y en la familia. Si enciendes el televisor ahora mismo, no importa la hora del día o de la noche, serás bombardeado/da con mitos y estereotipos sobre el hombre y la mujer.

En una telecomedia mostrarán un desaliñado marido frente al televisor y la esposa acosándole para que termine el proyecto del arreglo de la casa. Luego le siguen los comerciales, donde el cuerpo femenino es tratado como un objeto sexual para vender desde autos a cervezas. Siguen las "noticias", con comentaristas parloteando sobre el último "científicamente comprobado" estudio demostrando como la mujer es desesperadamente infeliz si tratan de hacer otra cosa que no sea cuidar a sus hijos.

Nada en este revoltijo de conflictivas imágenes y estereotipos describe realmente a los hombres y mujeres de carne y hueso --la gama real de intereses y conductas, aún en un mundo que trata de llevarlos al conformismo.

Pero obscurecida por esta maleza ideológica está la secreta naturaleza económica de la opresión de la mujer --críticamente, su trabajo no remunerado en el hogar: la cría de los niños y la mantención de la familia. O expresado en la terminología de Karl Marx, reproduciendo la próxima generación de la clase trabajadora --ese gran servicio al sistema capitalista.

La expectativa es que los patrones paguen por el trabajo que la gente hace en el lugar de trabajo --no el valor completo, por supuesto, pero algo. Pero nadie espera que alguien pague salario, beneficios o cualquier cosa por el trabajo de la mujer en el hogar. Esto es un inmenso subsidio al capitalismo. A mediados de los años 90, el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas calculó que ese trabajo no remunerado equivale a $11 trillones al año --mundialmente---- y a 1.4 trillones sólo en Estados Unidos.

Una vez considerado este incuestionable aspecto de la opresión de la mujer, las ideas prevalecientes sobre el rol de la mujer en la sociedad actual sólo pueden parecer ridículas.

Por ejemplo, ¿por qué una mujer gana menos que un hombre haciendo el mismo trabajo? La antigua explicación sostiene que esta inequidad está mezclada con el pretendido rol natural de la mujer en la familia --la idea de que el hombre es el que gana el pan, por lo que necesita que se le pague más, y que la mujer no permanece en la fuerza laboral permanentemente, sino entra y sale para criar los niños.

Esto ciertamente no tiene nada que ver con la realidad del siglo 21 en Estados Unidos, donde muchas veces la mujer es la única en llevar el pan al hogar. Y trabajar fuera del hogar no es una decisión que las mujeres pueden hacer libremente, dada las condiciones de deterioro en el ambiente de su entorno para todas las familia de la clase trabajadora.

¿Qué base existe para creer que los hombres "están mejor dotados" para ciertos trabajos, mientras que otros son naturalmente "trabajos de mujer"? ¿Por qué los hombres deben ser sustentadores naturales en un hogar de dos personas? ¿Y qué de las familias con parejas del mismo sexo? ¿Por qué no pueden los hombres, en la sociedad moderna, ser los primeros en cuidar a los niños?

¿O todavía mejor, por qué no una solución social, colectiva? ¿Por qué las familias sólas deben llevar la responsabilidad de crianza de los niños, proveer la alimentación, vestido y un techo sobre sus cabezas? ¿Puede ser esto hecho por la sociedad como un todo? Imagina un mundo donde el cuidado para los niños está siempre, organizado por la comunidad, con el estado proveyendo los recursos financieros que sean necesarios.

¿Qué tal si comiéramos en cocinas comunales, organizadas a nivel del barrio? En esas circunstancias, la idea de que la mujer naturalmente gravita hacia esos roles tendría tanto sentido como la antigua creencia de que la tierra era plana.

El punto de esto es demostrar, primero, que las ideas dominantes acerca de la mujer, o los Negros, o cualquier otro grupo oprimido, están diseñadas para sostener un sistema de opresión --y segundo, que varias formas de opresión están conectadas en forma crítica a las prioridades subyacentes de un sistema económico manejado por los intereses del lucro y el poder.

Si esto es cierto, entonces el proyecto socialista de crear un nuevo mundo debe involucrar las luchas contra todas las opresiones en la sociedad, y los socialistas debemos ser parte de todas ellas.

No todos, aun en la izquierda y muchos que luchan contra la opresión, concuerdan con esta visión y estrategia de lucha. Muchos enfatizan la importancia de la lucha autónoma de los diferentes grupos oprimidos. Los socialistas creemos que los oprimidos pueden y deben organizarse en cualquier forma que crean conveniente --sobre todo, no tienen que esperar que otros se unan a su causa para tomar acción por su cuenta. Pero también enfatizamos que lo que une a nuestro lado --lo que conecta a todos los oprimidos y explotados---- la naturaleza económica de la opresión y, por ende, la necesidad de organizarnos y luchar en común, como trabajadores.

El movimiento de la clase obrera necesita estar unido para triunfar. Si miramos la historia de este país, el racismo contra los afroamericanos, la discriminación contra la mujer, la intolerancia hacia los inmigrantes y otros han estado siempre presentes. Las veces en que estas divisiones han sido vencidas son muy pocas. Un movimiento de masas que no se ocupe de la opresión sufrida por cualquiera de sus miembros y que no tome las medidas para luchar por terminar con esa opresión es un movimiento dividido contra sí mismo.

El capitalismo necesita la opresión en todas sus formas para sobrevivir. Pero como dice la vieja consigna del movimiento obrero, "Una herida a uno es una herida a todos". Por lo tanto, la lucha de un grupo oprimido por la libertad y contra la discriminación y la intolerancia es la lucha de todos.

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