EDITORIAL
La economía de la miseria

junio-julio de 2011

La economía estadounidense emerge de la recesión a un mundo nuevo --uno en el cual el nivel de vida de todos, excepto el de unos pocos, ha sido drásticamente reducido.

LA LLAMAN la "nueva normalidad".

La administración Obama celebró el reporte de empleos de abril mostrando el mayor incremento mensual en empleos en cinco años. Esto, nos dicen, prueba que la economía está finalmente empezando a recuperarse para todos.
Pero mirando bajo la superficie, encontramos a millones y millones de personas no entran en ese "todos".

Seis millones de "todos" han estado desempleados por al menos seis meses, según cifras oficiales. Catorce millones, todos los desempleados, han estado buscando empleo en una economía donde sólo hay trabajo para uno de cada cuatro. Y millones de estudiantes que esta primavera se gradúan de la secundaria y la educación superior se enfrentan a lo que el Instituto de Política Económica (EPI, por sus siglas en inglés) llamó "el peor mercado laboral para trabajadores jóvenes de la historia".

Si la economía estadounidense emerge de la Gran Recesión --y esto es un gran "si", luego de las estadísticas que muestran las tasas más lentas de crecimiento para lo que va del año-- será a un mundo en el que el nivel de vida de todos, excepto el de unos pocos, habrá sido reducido drásticamente. A diferencia de anteriores re-activaciones económicas después de una recesión --incluso más débiles-- los trabajadores no pueden esperar el retorno de sus ingresos a niveles previos a la recesión, mucho menos una mejora.

Esta es la "nueva normalidad" --y las encuestas muestran que la mayoría de la gente no compra la optimista cháchara acerca de la recuperación económica, venga de Obama o cualquier otro. En cambio, la ira está fermentándose sobre un sistema en el que una pequeña élite se enriquece, mientras la gente común lucha para salir adelante --y de paso cuestiona, de muchas diferentes maneras, la naturaleza del capitalismo mismo.

Esta ira también se ha expresado en acción. Más espectacularmente, en las masivas protestas en contra de la ley de antisindical del gobernador de Wisconsin, Scott Walker, pero también en luchas más pequeñas, a menudo locales y desconectadas entre sí, en torno a una amplia gama de asuntos, como el habitual lector de SocialistWorker.org sabrá.

Dada la escala del asalto y la importancia que la clase dominante da a la imposición de la austeridad, nadie debe esperar que toda lucha triunfe. Por el contrario, la historia nos enseña que en las fases iniciales de cualquier radicalización, la mayoría de las luchas se pierden, incluso las más grandes entre ellas, y que por cada paso adelante en la construcción de una nueva resistencia, habrá reveses cuando el otro lado tenga un éxito.

Paciencia y perspectiva serán necesarias --aun cuando la urgencia de cambio sea tan imperiosa-- para que aquellos dispuestos a construir la resistencia no pierdan de vista los importantes logros de nuestro lado, y sean capaces de aprovechar las oportunidades para preparar las fuerzas de las luchas futuras.

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LA OFICINA de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés) informó que la economía nacional agregó 244.000 empleos en abril. Un análisis del EPI señala que ésta es la mejor cifra en empleos en cinco años --también es la primera vez que los empleos han crecido en una tasa mensual característica de las re-activaciones económicas anteriores. Sin embargo, con 14 millones de desempleados, serán necesarios más de cinco años de ganancias similares en el empleo para volver a la tasa de desempleo previa a la recesión.

Luego están las contradictorias estadísticas también publicadas este mes. Por ejemplo, el BLS reportó que la tasa de desempleo de abril, que se basa en una encuesta de hogares, de hecho creció a un 9 por ciento.

Y a comienzos de mayo, el Departamento del Trabajo dijo que el número solicitudes nuevas de beneficios de desempleo alcanzó el nivel más alto en ocho meses, un aumento del 23 por ciento sobre las cuatro semanas previas. "La tendencia es claramente al alza, lo que es desconcertante", dijo el analista financiero Kurt Karl a Associated Press. "Cuando tienes tres o cuatro semanas en línea de factores especiales, entonces ya no son tan especiales".

Esta cifra vino a la cola del informe del Departamento de Comercio, a finales de abril, de que la tasa de crecimiento de la economía en su conjunto --celebrada como una señal de que la recuperación estaba comenzando-- se redujo casi a la mitad en los tres primeros meses del año.

Incluso dejando de lado las conflictivas estadísticas, la fuerte creación de empleos en abril se atenúa considerablemente puesta lado a lado con la evidencia de la recesión en curso, si no depresión --especialmente para las personas más afectadas por los años anteriores de crisis.

Los trabajadores jóvenes --entre 16 y 24 años de edad-- tuvieron una tasa oficial de desempleo del 18,4 por ciento en el 2010, el peor nivel en los 60 años que estos datos han sido registrados. Y la tasa de desempleo para los afro-americanos, actualmente en un 16,1 por ciento, sigue siendo casi el doble de alta que para la población en su conjunto.

Una de las principales razones para la disminución de la tasa general de desempleo desde su pico de noviembre del 10,2 por ciento es que muchas personas terminaron por abandonar la fuerza laboral del todo, debido a las escasas perspectivas de encontrar un trabajo.

De acuerdo con el BLS, el porcentaje de personas en edad de trabajar empleados o en busca de trabajo fue sólo 64,2 por ciento en abril, el punto más bajo desde el comienzo de la recesión. "Si la tasa de participación laboral se hubiera mantenido estable durante el último año, habría hoy alrededor de 2,3 millones de trabajadores más en la fuerza laboral... [y] la tasa de desempleo sería del 10,3 por ciento, en lugar del 9 por ciento," informó EPI.

Para los que siguen buscando trabajo, es como un desierto allá afuera, tanto como el año pasado o el año anterior. Las estadísticas gubernamentales muestran que hay 4,4 trabajadores sin empleo por cada nueva plaza laboral, una brecha mucho peor que en el peor mes de la recesión a comienzo de la década del 2000.

Las empresas americanas simplemente no están contratando a un paso ni siquiera cercano al necesario para compensar la gran pérdida de empleos durante la recesión. Como resultado, aquellos buscando trabajo deben considerar cualquier cosa que puedan encontrar. Casi 25 millones de trabajadores han sido clasificados por el gobierno como "subempleados", personas que quieren empleos de jornada completa, pero que deben conformarse con empleo parcial.

Otra señal de los tiempos: uno de cada cuatro de los trabajos agregados por los empleadores privados durante el año 2010 fue un trabajo temporal. Esta es una proporción mucho mayor que en anteriores períodos de recuperación económica --la cifra correspondiente a la recesión de principios del 2000, por ejemplo, fue sólo el 7 por ciento.

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¿QUÉ TAN malo esto? El periodista Andy Kroll capturó la escala de la economía de la miseria con este ejemplo, en un artículo escrito para TomDispatch:

El 19 de abril, McDonald's realizó su primer día nacional de contratación, obteniendo 62.000 nuevos trabajadores en las tiendas de todo el país. Contextualizando, esto es más puestos de trabajo creados por una empresa en un solo día que la creación neta de empleos por toda la economía de EE.UU. en el 2009.

Y si eso perturba la mente, tenga en cuenta el número de trabajadores que postula en franquicias locales de McDonald's cada día y se va con las manos vacías --938.000. Así, con una tasa del 6,2 por ciento de aceptación en su contratación de primavera, McDonald's fue más selectiva que las oficinas de admisiones de la universidades de Princeton, Stanford y Yale.

Vale la pena señalar que el millón de personas que hicieron fila para un trabajo en McDonald's consideraban un trabajo que ni siquiera paga un salario digno. Como Kroll señaló, el salario promedio por hora en la industria de comida rápida es $8,89, apenas la mitad del promedio de $15.95 de todas las industrias.

El artículo de Kroll ilustra dramáticamente cómo la débil creación de empleo desde la Gran Recesión ha estado abrumadoramente concentrada en los sectores de más bajos salarios:

Según un reciente análisis de la National Employment Law Project, el mayor crecimiento en la creación de empleo del sector privado en el último año se produjo en posiciones de con más bajo salario: el comercio al por menor y los servicios administrativos y de alimentos. Mientras, sólo el 23 por ciento de los empleos perdidos en la Gran Recesión... fueron de "bajos salarios" (los que pagan entre $9 y $13 por hora), el 49 por ciento de nuevas plazas laborales agregadas en la lenta "recuperación" están en esas mismas industrias de bajos salarios. En el otro extremo del espectro, el 40 por ciento de los empleos perdidos pagaba salarios altos ($19-$31 por hora), mientras que sólo un 14 por ciento de los nuevos empleos paga salarios similares.

Esto muestra en una manera cruda cómo los capitalistas estadounidenses han usando la Gran Recesión para imponer una fuerte y permanente reducción en el nivel de vida de la clase obrera.

Por supuesto, la clase dominante no ha requerido los mismos sacrificios entre sus propias filas. El más reciente ejemplo de escandaloso exceso: los altos ejecutivos de las empresas más grandes recibieron en salarios y bonos más en el 2010 que en el 2007, la cima de de la última expansión económica. La Associated Press reportó, "En las mesas directivas, es como si la Gran Recesión nunca hubiera ocurrido... el paquete típico de pago al jefe de una empresa en Las 500 de Standard & Poor fue de $9 millones en el 2010... un 24 por ciento más que el año anterior".

Lo que estamos viviendo no es sólo el ciclo descendiente de una economía en altas y bajas que eventualmente volverá a la "viejos tiempos". El plan de la clase dominante americana --ya sea llevado a cabo por el sector privado mediante el mantenimiento de un "ejército de mano de obra en reserva" para empujar todos los salarios hacia abajo, o por el sector público con drásticos despidos y recortes en el gasto social-- es una redistribución de la riqueza de abajo a arriba, de los trabajadores a los ricos.

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OBAMA Y su administración están apostando su futuro en la creencia de que la economía de EE.UU. mejore lo suficiente para noviembre del 2012 como para ganar la reelección.

Medido por el producto interno bruto o el índice Dow Jones, puede que ganen su caso. Pero desde el punto de vista de los trabajadores, estos siguen siendo tiempos difíciles. Una encuesta Gallup a finales de abril encontró que más de la mitad de las personas en Estados Unidos cree que la economía todavía está en recesión o depresión.

Peor aún, la idea de que la re-activación económica está en marcha ha sido la justificación de los líderes políticos --demócratas y republicanos por igual-- para rechazar toda propuesta para un programa gubernamental de trabajos, y para centrarse en recortar el déficit. La implacable campaña de austeridad ha tenido un efecto sofocante en una economía ya débil. Como EPI reporta: "En los últimos seis meses, los gobiernos estatales y locales han cortado un promedio de 24.000 puestos de trabajo al mes, y desde su punto más alto en agosto de 2008, los gobiernos estatales y locales han perdido casi medio millón de empleos".

La obsesión por el déficit en Washington está aumentando la brecha entre lo que pasa por debate político general y lo que la gente trabajadora realmente quiere.

La profunda insatisfacción con el status quo --ahora con una cara liberal dada por Obama--ha tomado muchas formas, y no sólo en términos de opinión pública o tendencias electorales.

Las revoluciones y las revueltas de este año en el Medio Oriente, por ejemplo, son primero que nada por la democracia y los derechos humanos, pero otro aspecto esencial es el rechazo al neoliberalismo y el deseo por la justicia económica. Esta misma combinación de gravámenes dio expresión a las masivas protestas contra el gobierno republicano de Scott Walker en Wisconsin, pero también en otros estados --no importa si los republicanos o los demócratas están a cargo.

Si bien la batalla en Wisconsin ha mostrado una alternativa después de años en que la lucha estuvo ausente, también ha habido derrotas y decepciones. Batallas similares en otros estados nunca adquirieron las mismas dimensiones. Además, en Wisconsin, los sindicatos y las organizaciones liberales han desplazado el foco de las movilizaciones hacia las negociaciones y al electoralismo. Los intentos de fortalecer la clase obrera y construir organización política de base para proporcionar una estrategia alternativa se encuentran aún en sus etapas iniciales.

Pero nadie debe perder de vista lo que la lucha hasta ahora nos ha dado --una muestra de las posibilidades cuando los trabajadores responden al desafío de la clase dominante y dicen: ¡Basta!

Cada período de radicalización tiene sus altas y bajas. Para los socialistas y los activistas que están decididos a continuar la lucha a largo plazo, esta lección debe ser recordada: En cada situación hay una oportunidad de participar con grupos de personas, grandes o pequeños, para preparar las luchas por venir.

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