Recompensados por quebrar la economía

febrero-marzo de 2008 | página 1

LEE SUSTAR reporta sobre los jefes ejecutivos despedidos con beneficios millonarios.

EL DESEMPLEO crece y los trabajos se hacen más difíciles de encontrar. Esa fue la clara conclusión del reporte de desempleo del gobierno para diciembre.

Según las estadísticas federales, sólo 18 mil nuevos trabajos fueron creados ese mes, y la tasa de cesantía creció tres puntos al 5 por ciento, el mayor aumento desde los ataques del 11 de septiembre del 2001.

En total, la economía agregó 1,3 millones de empleos en el 2007, más o menos la mitad del 2006. El pequeño aumento de trabajos en diciembre--el más pequeño en cuatro años--creó una tasa de desempleo que el columnista económico del New York Times Paul Krugman llamó “brutalmente mala”.

En la manufactura solamente, 31 mil trabajos fueron eliminados en diciembre, totalizando una pérdida de 212 mil empleos fabriles en el 2007. Muchos de los trabajos que fueron destruidos por los fabricantes de automóviles en Detroit eran bien remunerados. Aún más, el desempleo en la construcción, ahondado por la crisis de vivienda, llegó al 9,4 por ciento.

Durante el año 2007, la tasa de cesantía creció un 0,6 por ciento--casi un millón más sin trabajo. Como siempre afro-americanos y latinos, cuyas tasas de cesantía llegaron al 9 y 6,3 por ciento respectivamente, fueron los primeros en ser afectados.

Si la tendencia continúa, el desempleo empeorará. “La ganancia neta en diciembre fue la más baja del 2007... la creación de trabajos ha disminuido desde junio, agregando un promedio de 84 mil trabajos por mes, comparado a 147 mil del período de enero a mayo”, escribió Jared Bernstein del Instituto de Política Económica.

“Menos de la mitad de las industrias del sector privado se expandieron [en diciembre], lo más bajo en cuatro años. El sector de servicios, la fuente de nuevos trabajos más importante en nuestra economía, sólo agregó 62 mil puestos, el más bajo desde octubre del 2005. Además, aquellos trabajando tiempo parcial, aumentaron de 4 a 4,7 millones, el más grande en cuatro anos”.

El desempleo a largo plazo también creció. “El porcentaje de desocupados que ha permanecido sin trabajo por más de 26 semanas (la duración normal del beneficio de desempleo) y que continúa buscando trabajo es considerablemente mayor que en la víspera de la ultima recesión”, escribió Chad Stone del Centro de Prioridades Políticas y Presupuestarias. En diciembre del 2007, el 17,5 por ciento de todos los desempleados estaban en esta categoría, comparado con el 11,1 por ciento de marzo del 2001”.

Pero algunos de los desempleados no tienen que preocuparse de que sus beneficios se terminen. Ellos tienen bastante como para el resto de sus vidas... de muchas vidas.

Por ejemplo Charles Prince, jefe ejecutivo de Citigroup, hasta que los directores lo despidieron después de involucrar al banco más grande de EEUU en medio de la crisis de crédito hipotecario. El Wall Street Journal reportó que este ejecutivo se retiró con $29,5 millones en beneficios, según su contrato de término, una copia del cuál fue archivada en la Comisión de Seguros e Intercambios (SEC).

El Journal agregó: “Además, Citigroup dará a Prince una oficina, un asistente administrativo y un carro con chofer, por no menos de 5 años o hasta que encuentre un nuevo empleador. Su contrato también incluye el pago de ciertos impuestos relacionados con esos beneficios, según el archivo del SEC”. Todo esto es aparte de su multimillonario bono por el año 2007.

El jefe ejecutivo de Merill Lynch, Stan O'Neal también sucumbió debido al desbarate hipotecario y fue desplazado de su posición por la pérdida de miles de millones de dólares.

Pero el dinero que O'Neal recibió hace parecer los beneficios de Prince muy pobres: $165.5 millones en varios tipos de acciones bursátiles y fondos financieros. Y eso no es todo. El Journal reportó que “el Sr. O'Neal también espera recibir una porción de su salario del año”--aunque nadie en Merrill quizo decir cuánto exactamente--“el año pasado [2006], el Sr. O'Neal ganó un salario base de $700.000, con $18,5 millones en gratificaciones”.

Nada mal para una persona responsable de más de $8,4 miles de millones en pérdidas por malos prestamos, $2.2 perdidos en el tercer cuarto del 2007 solamente.

Pero ni siquiera lo de O'Neal se compara con lo saqueado por James Cayen, ex jefe ejecutivo del banco de inversión Bear Stearns, el primer banco en Wall Street que fue afectado por la crisis de crédito hipotecario.

En julio, dos de los fondos financieros del banco se derrumbaron, mientras Cayne “jugaba un torneo de bridge en Nashville Tenn., sin modo de contactarlo”, reportó el Journal. “Mientras el desplome de las finanzas en Bear Stearns propulsaba el comienzo de la crisis hipotecaria y de las convulsiones crediticias, el señor Cayne faltó a juntas sumamente importantes. En una conferencia con inversionistas en agosto, Cayne se fue luego de decir sólo unas palabras y nadie lo vio regresar. Típicamente, los jueves del verano, él se iba de la oficina temprano para ir a su club de golf en New Jersey... En el crítico mes de julio, estuvo fuera de su oficina por 10 de los 21 días de trabajo, jugando bridge o golf, según indican los registros del club y los hoteles”.

Cayne sobrevivió el escándalo por un tiempo, haciendo a Warren Spector, el co-presidente de Bear Stearns, el chivo expiatorio por lo que ocurría en la compañía. Spector recibió $23 millones en beneficios antes de irse. Cayne finalmete cayó en enero, aunque él sigue siendo dueño del 4,9 por ciento de Bear Stearns, el que se valora en $1,3 mil millones.

Al otro lado de la escala económica, los trabajadores, por quienes los vientos de la bonanza nunca soplaron, están ahora preparándose para una recesión.

Economistas de todos ángulos políticos están prediciendo la crisis; todos los candidatos presidenciales demócratas han propuesto un paquete de estímulo económico; y hasta la administración Bush, que empecinadamente se negaba a reconocer la crisis de la vivienda y su impacto, ahora propone un plan para reactivar la economía. Aun así, las propuestas de ambos partidos son sólo una porción de todo el dinero gastado en las guerras estadounidenses contra Irak y Afganistán.

Con más malas noticias en prácticamente todo el frente económico--la devaluación de la vivienda, el aprieto crediticio, la caída del consumo, el estanco de los sueldos y el aumento inflacionario--la situación probablemente empeorará.

Pero Wall Street ya indicó el plan de las corporaciones americanas: agarrar todo lo que se pueda y pasarle al obrero la cuenta.

Traducido por Lucy Zamora

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